sábado, 25 de abril de 2009


Arsenio de la Vega
psicólogo y padre de alumno del Colegio Torrevelo

Mucho se está hablando de las razones por las que un colegio como el Torrevelo ha perdido la renovación del concierto económico con el Gobierno de Cantabria. Pocas veces en los foros de su periódico se ha producido tanto debate. Como causa próxima está la exigencia de varios sindicatos (UGT, CC.OO. y STEC) de que esto fuera así y la actitud blanda de una Consejería ideologizada, que prefiere no atender los derechos de los padres de medio millar de alumnos, que posicionarse frente a los sindicatos más radicales.

Me propongo analizar, uno por uno, todos los argumentos que utilizan quienes están en contra del concierto educativo con los colegios Torrevelo y Peñalabra.

Antes de entrar en mayores profundidades, digamos que la educación diferenciada (colegio de niños por un lado, y colegio de niñas por otro) se basa en la simple, pero para algunos no tan evidente, diferencia natural de sexos. Todos los que han vivido y vivimos en este mundo somos lo que somos gracias a esta diferencia de sexos. Somos porque ha existido un hombre y una mujer con sus diferencias sexuales, y cada día es más claro que dichas diferencias sexuales no son solamente morfológicas sino que tienen un mayor calado en el conjunto del hombre y de la mujer como personas.

Para la izquierda, amante de la uniformidad de la China de Mao, de la Cuba de Fidel y de la URSS, diferencia y discriminación son la misma cosa. Quizás confundan entre «hacer diferencias entre iguales» (que esto si es discriminar) y «ser diferentes» (que es lo natural). Y con ello entramos en el primero de los argumentos utilizados por aquellos que son contrarios a este tipo de modelo pedagógico.

Se ha dicho por activa y por pasiva, pero no nos hemos de cansar de repetirlo: la discriminación necesariamente debe llevar un trato de favor de uno sobre otro. En el caso que nos ocupa, eso no es cierto porque no existe trato de favor alguno. Los dos colegios tienen los mismos programas y los mismos planes de estudio como no podía ser de otra forma. ¿Discrimina la liga de fútbol cuando hace una para hombres y otra para mujeres? ¿Y el Tour? ¿Y las Olimpiadas? ¿Discriminan creadores de moda cuando hacen modelos de hombre y de mujer? ¿Discriminan los test de inteligencia y de personalidad cuando tienen baremaciones diferentes para hombres y para mujeres? Claramente, no. Lo único que hacen es constatar una realidad: somos diferentes dentro de la igualdad que nos da el hecho de ser personas. Volvemos a lo dicho anteriormente: una cosa es «hacer diferencias» y otra muy distinta es «ser diferentes».

La señora Consejera de Educación del Gobierno de Cantabria, quien por cierto aún no ha tenido la decencia democrática de recibir a los padres (ciudadanos para los que trabaja y quienes también le pagan su salario) ha dicho que su Consejería no permitiría que el centro «no cumpla ningún tipo de normativa»s. Me parece bien. Para eso está, pero si incumple la normativa, la Ley Orgánica de Educación como ella defiende, lo que tiene que hacer es cerrar el centro inmediatamente. Ni un día más un colegio que no cumple con la legalidad, porque si un funcionario público, como ella, es conocedor de una ilegalidad y no toma las medidas oportunas para que se cumpla la legalidad está incurriendo en una falta de extrema gravedad.

Lo que ocurre es que la señora Consejera sabe que está actuando injustamente por motivos puramente ideológicos. Está acusando gravemente de discriminación a un colegio y, lo que es más grave aún, a unos padres de discriminar a sus propios hijos, por el hecho de optar por un modelo educativo que a ella no le gusta. ¿Con qué derecho puede permitirse alguien hacer esto? ¿Soy un mal padre porque me parezca un modelo mejor que otro? ¿Mis hijos están sometidos a algún tipo de maltrato por estar sometidos a esa 'discriminación'SS? Si es así, vuelvo a decir lo mismo, ella tiene la responsabilidad de evitarlo.

Pero no es así, y ella lo sabe. Existen sentencias al respecto, entre ellas la del Tribunal Supremo de 26 de junio de 2006, que no dejan lugar a dudas. «Que este tipo de educación es lícita no se discute. Por otra parte, tampoco hay norma expresa que prohíba el sostenimiento público de centros que la practiquen».

En el mismo sentido, y después de dejar claro que «no se puede asociar la enseñanza separada con la discriminación por razón de sexo». La citada sentencia dice que: «Que la enseñanza obligatoria que se imparte en los centros públicos sea mixta no significa que deba serlo también en todos los centros educativos. Se trata de una opción que no puede ser impuesta».

Esta es justamente la última ocurrencia de nuestro Presidente Revilla, quien, después de estar desaparecido en todo este proceso, ha afirmado que «la solución es bien fácil». «Yo creo que si tienen interés en que haya concierto, el acogerse a esta condición que exigimos no será tanto problema salvo que sea una cuestión ideológica rara», reflexionó el presidente cántabro. El que tiene una cuestión «ideológica rara» es él. No quiere entender nada de lo que decimos porque no nos ha querido escuchar. Tiene tiempo para sus partidas diarias y prolongadas de 'tute' y no tiene tiempo para reflexionar y razonar con unos ciudadanos que hemos acudido a él para exponerle nuestros puntos de vista. Lo que pretende decir es que si renunciamos al modelo educativo en el que creemos y que elegimos para nuestros hijos, nos da la subvención. El «te doy subvención si haces lo que yo quiero y como yo quiero», las imposiciones, como la que está proponiendo nuestro Presidente, son propias de otros modelos que ya dejamos atrás y nunca traen cosas buenas. Son dos modelos diferentes e igualmente legítimos y legales, ni mejor ni peor uno que otro. Estamos convencidos que nos asiste el derecho y le reclamamos. No hablemos de Educación 'diferenciada' o 'mixta', hablemos de Educación.
Queremos libertad para elegir el modelo educativo que queremos para nuestros hijos, quizás estemos equivocados, quizás no nos haga más felices, pero seguro que la libertad nos hace más Hombres.

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